Luego la
versión portuguesa fue traducido al francés, bajo el título La main du défunt.
Cuando se publicó en París, en 1853-1854, fue a un tal F. Leprince o, según las
fuentes, a FC Prince, a quien se atribuyó el libro. La identidad de este
misterioso Leprince ha suscitado muchas preguntas en Francia, donde en
ocasiones se ha creído que este nombre escondía a un escritor francés. Pero las
bibliografías portuguesas y los especialistas de la obra de Hogan son formales:
Leprince no existe, y de hecho es el autor portugués quien escribió la obra.
A pesar de
la mala calidad literaria del libro, fue un éxito de ventas por el interés en
la saga de El conde de Montecristo. Por lo que fue traducido y publicado en
varios idiomas: en italiano (La mano del defunto, bajo la firma de A. Le
Prince), en alemán (Die totenhand), en español (La mano del muerto), etc…
La
realidad es bastante diferente. De hecho, Dumas conocía bien este libro e hizo
todo lo posible para refutar cualquier idea de que él fuera su autor. Desde
fines de 1853, escribió así al Jornal do Comércio de Río de Janeiro, para
explicar que, al enterarse de que A mão do finado se publicaba en Brasil,
quería precisar que "nunca lo hice y probablemente nunca haré una secuela
del Conde de Montecristo”. Y Dumas solicitó al periódico que niegue que él es
el autor del libro, información, dice, "que probablemente no sea
importante para los demás, pero que tiene cierta gravedad para mí".
Dumas también
abordó el tema en el diario Le Monte-Cristo, 1er año, n°5, jueves 21 de mayo de
1857:
“…También
nos preguntan si es de nosotros un libro en ocho o diez tomos titulado LA MANO
DEL MUERTO, que circula en gabinetes literarios como la suite del CONDE DE
MONTE-CRISTO y bajo el nombre de M. LE PRINCE.
No
conocemos al pirata literario que navega bajo nuestra bandera, y creemos que si
nuestro corresponsal anónimo hubiera leído la primera página DE LA MANO DEL
MUERTO, podría por sí mismo y sin recurrir a nosotros, desmentir al librero que
le dijo que el libro era de M. Dumas, pero que M. Dumas estaba tomando un
seudónimo para escapar de sus tratos con sus editores.
Si nuestro
corresponsal anónimo quisiera complacernos, sería darnos el nombre del librero
que tan alta opinión tiene de la probidad literaria del señor Dumas.
Que mis
libros se pongan a cuenta de otros, que así sea; pero poner los libros de otras
personas en mi cuenta, no…”
En una
Causerie publicada en Le Grand Journal en 1864 Dumas evoca la publicación de La
main du defunt y declara: "Como esta suite es execrable, hay en el mundo
una multitud de amigos que sostienen, en voz baja, por supuesto, que esta
continuación es mía. En el momento en que apareció la obra, protesté en casi
todos los periódicos; pero no os enseñaré nada nuevo diciéndoles que los amigos
siempre leen acusaciones, nunca protestas”.
Ciento
setenta años después de la primera publicación de esta falsificación, las
editoriales siguen vendiendo el libro bajo la autoría de Dumas. La más reciente,
la prestigiosa Editorial Verbum de Madrid, que además agrega en su sinopsis:
“..Aunque se admite la autoría de Alejandro Dumas, en realidad la novela la
escribió uno de los escritores que trabajaba para él, Alfredo Possolo Hogan,
autor portugués…”.
Después de
revisar todas las biografías autorizadas del escritor francés, podemos asegurar
que no existió nunca una relación de trabajo entre ambos escritores, ni
siquiera una relación de amistad o de conocimiento mutuo. Dumas siempre negó la
autoría de este libro y cualquier lector conocedor de su obra puede saberlo con
solo leer las primeras páginas.
Fuente:
Alexandre Dumas, suites, plagiats, pastiches, hommages et bandes dessinées.