Alejandro Dumas tenía la capacidad de convertir en novelas los diarios y notas de los viajes de sus amigos, como si él mismo hubiera participado en las expediciones.
El ejemplo más destacado de estas habilidades literarias fue su novela Quince días en el Sinaí (1839),que trata de un viaje a Egipto realizado por el Barón Taylor y el pintor Adrien Dauzats, amigos de Dumas, como parte de una visita oficial del gobierno francés para negociar la compra de dos obeliscos. El lector nunca podría imaginar que Dumas no había participado en esa expedición. Luego de su publicación, el Pachá de Egipto le felicitó porque para él, era el viajero que mejor había visto y descrito las tierras de Egipto, sin sospechar que nunca había puesto los pies en ese país.
La caza
del elefante es un ejemplo de esta literatura de viaje fabulada. Dumas nos
transporta a la isla de Ceilán (actual Sri Lanka), región que tampoco visitó
pero que describe por boca de su amigo Horacio, quien le relata una aventura de
caza de elefantes en el interior de esa isla. Aunque un poco simple en su
contenido, nos presenta una idea de las costumbres y la estructura social de
Ceilán en 1820, tiempo en que se desarrolla el cuento. Hay que destacar que Dumas
comete una imprecisión histórica al decir que Ceilán era una colonia
portuguesa. Si bien dos siglos antes perteneció al reino de Portugal, en 1796
toda la isla fue ocupada por el Imperio británico y en 1802 se convirtió
oficialmente en su colonia, a través de la Paz de Amiens, adoptó el nombre de
Ceilán y se anexionó a la presidencia de Madrás (India).
Dentro de
las costumbres que Dumas describe, es difícil explicar la forma despectiva en
que se refiere a los negros nativos de la isla, si tenemos en cuenta sus
propias raíces africanas. Alejandro Dumas era descendiente de negros: su abuela
Marie Céssette Dumas era una negra esclava en las plantaciones de caña de Haití
y su padre Thomas-Alexandre Dumas, conocido por el sobrenombre de El Conde
Negro, fue un destacado general de carrera en el imperio napoleónico, famoso
por su valentía en los combates, por su fuerza descomunal y por el color de su
piel, que lo diferenciaba de otros generales de Francia.
Debemos
pensar que ese tratamiento tan racista que el autor confiere a los nativos, es
un reflejo de la forma en que ellos eran vistos y tratados en la época en que
fue narrado. A pesar de eso, valió la pena rescatar este cuento, publicado inicialmente en su colección Hetzel
bajo el título en francés Causeries por la editorial Meline de Bruselas (1857)
y en español por la Imprenta y Litografía de A. Peiro de Zaragoza (1864). Esta versión es la que utilizó esta
nueva edición de Publicaciones Entre Líneas (Miami, 2020), con algunas
modificaciones al castellano antiguo original, pero con un lenguaje más
moderno, siempre con respeto al contenido y a las explicaciones a pie de página
del traductor.
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