El 14 de agosto de 1632, Antonio de Borbón, conde de Moret,
se despide de su prometida Isabel de Lautrec, con el pensamiento de que no
volverá a verla. Se dirige a una guerra convocada por su medio hermano Monseñor
Gastón de Orléans, contra los poderes cada vez más fuertes del Cardenal
Richelieu sobre el monarca reinante Luis XIII.
Antonio de Borbón, Conde de Moret |
Las tropas rebeldes estaban dirigidas por Enrique II de
Montmorency, almirante de Francia, que influenciado por Gastón y la reina madre
María de Médicis, declaró separado del
reino la provincia de Languedoc, armó tropas rebeldes contra el rey y comenzó
así una corta sublevación de nobles contra el poder central del rey.
El ejército real, al mando del mariscal de Schomberg hizo frente a las tropas rebeldes en
Castelnaudary el 1ro de septiembre de 1632. En esa corta, pero sangrienta
batalla se consolidó la monarquía francesa contra las aspiraciones de los
nobles y fueron derrotados los sublevados. El conde de Moret cayó gravemente
herido. Según algunos testigos, primero un disparo le arrancó su sombrero,
luego fue abatido por un oficial real y en las postrimerías de la batalla, su
cuerpo fue trasladado en un carruaje a un lugar desconocido.
Luis XIII firmó un decreto donde destituía al duque de Montmorency y a todos los
rebeldes, entre ellos a Antonio de Borbón. Sus bienes fueron confiscados y se
les instruyó causa, acusados de un crimen de lesa majestad, por lo que el duque
fue condenado a muerte y decapitado en el patio del ayuntamiento de Tolosa. La
causa contra el conde de Moret, quedó archivada en espera de que fuera
encontrado, pero los deseos del rey eran que se cumpliera la misma suerte del
duque, sin importarle que Antonio fuera su medio hermano e hijo del rey Enrique
IV.
Al enterarse de las tristes noticias, Isabel de Lautrec,
recorrió todos los lugares de la batalla y los pueblos vecinos en busca de
señales de su prometido. Encontró su sombrero, se entrevistó con el oficial que
disparó el tiro fatal al conde y que luego, arrepentido, lo reconoció; pero
nunca pudo encontrar su cuerpo.
Abatida por su desesperación, se retiró de la vida pública y
se refugió en el convento de las hermanas Ursulinas de Montolieu. Cuatro años
más tarde, Isabel recibe en su cuarto una paloma mensajera herida, le brinda
asistencia, y días más tarde, cuando ya estaba recuperada para volar, la deja
escapar por su ventana, no sin antes atarle un mensaje dirigido a su dueño o
dueña, donde le explicaba los motivos de la ausencia de la paloma durante su
convalecencia en el convento.
Un día la paloma regresa con un mensaje de su dueño, un joven
también abrumado por una gran pena y que como ella es esclavo de un voto monástico.
Se establece así una correspondencia entre ambos, donde Isabel le cuenta sus
pesares y el destinatario intenta obtener más información sobre la muchacha.
Ninguno de los dos conoce el paradero del otro y solo dependen del vuelo de la
paloma, tan peligroso en aquellos tiempos de cazadores, para mantener un
contacto que se les hace interesante al inicio y necesario después.
Esta novela, escrita y
publicada por Alejandro Dumas en 1851 con el título La paloma (La Colombe), fue reeditada por el autor en su diario Le Monte-Cristo en 1862. Es una novela
epistolar, sólo cartas entre Isabel y su amigo desconocido componen el texto, en
el que Dumas con su usual maestría para contarnos la historia, nos revela el
destino del conde de Moret luego de su caída en combate en la batalla de
Castelnaudary.
Se trata de una delicada novela romántica, en una época en
que el honor y la palabra empeñada eran superior a los deseos y las pasiones de
sus personajes. Solo conociendo ese principio, podemos entender el desarrollo
de la trama, que va aumentando en suspenso a medida en que el lector se va
acercando al final de la historia.
Gracias a la Editorial
El Barco Ebrio, podemos presentarle esta novela, que fue rescatada por
miembros de la Sociedad de amigos de Alejandro Dumas en español, de una edición
en castellano muy antigua, de traductor desconocido, y publicada bajo el nombre
Isabel
de Francia, por la editorial de Aguirre y Compañía (Madrid, 1851), el
mismo año en que fue escrita y publicada en Francia. Esperamos que este
esfuerzo de varios amantes de la obra Dumasiana, sea un regalo para todos sus
lectores.
Manuel Galguera